Trece maletas caras, marcadas sólo con las iniciales O.F., y un telegrama con una reserva llegan al hotel del aburrido pueblucho de Ostend. Todos los habitantes especulan sobre el misterioso visitante. El editor del periódico local aprovecha la ocasión y asegura que las maletas pertenecen a un millonario que está de vuelta a su hogar, y enseguida el pueblo rebosa de actividad. Se ensaya una fiesta y comienzan a construir un cine, una ópera, un ayuntamiento. En medio de una época en crisis Ostend vive el auge de la ciudad y se convierte en un símbolo para la economía mundial.