Amanece en Madrid. En la Plaza de la Cibeles comienza el ajetreo cotidiano. La estatua de la diosa, desde su fuente en el centro de la Plaza nos cuenta la historia de un hombrecillo, mezquino especulador, dueño de un viejo edificio que va a pedir a San Nicolás su colaboración para que se hunda, y poder así levantar un moderno edificio de doce pisos. Pero los habitantes del susodicho también han implorado al Santo para que esto no ocurra.